Un funebrero diría, con agudo sentido mortuorio, que Alianza está para la otra. Le trajeron un traumátologo para curarlo de un simple resfrío anímico hace cinco meses y ha terminado postrado en una camilla luego de varias operaciones, sin aliento, con el corazón sin ganas de latir y un cáncer que lo ha ido carcomiendo inmisericordemente. Sólo le han dado seis fechas de vida. Al “Doctor” Páez, se le muere Alianza.
San Martín le administró los santos óleos. Sin mayor trámite, con la facilidad de un partido entregado a las fauces del puntero desde el comienzo con la expulsión de Quinteros. Agresión a Pedro García. Tarjeta roja al “Pato” apenas a los 10’. El “Doc” priorizó la seguridad retirando a Fernández por “Wally” Sánchez. Ausentes Montaño y Páez, estaba todo servido. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Retirarse del Nacional tal como llegaron, era lo único a lo que podían aspirar los íntimos. Un empate sin goles, no era conformista para el presente de Alianza. Salir ilesos, bien valía un punto. Sin embargo, pese a la poca destreza de San Martín para agitar a Libman, el equipo del “Chino” mostró esa distintiva capacidad matadora del campeón: centro de Guisazola y cabezazo de Quinteros a los 24’. Y sanseacabó.
La agonía aliancista de los últimos minutos pudo evitarse, sino fuera por el buen corazón de Víctor Hugo Rivera al no cobrar ese evidente penal de Libman sobre García a los 26’ del complemento. Con Gonzáles Vigil y Elías, Alianza buscó algo que no sabía exactamente cómo podía encontrar. Los blanquiazules creyeron que inclinaban la cancha; los “santos” retrocedían para amortiguar esos último intentos. Sólo un cabezazo del “Lobo” a los 39’ convocó un hálito de esperanza. Nada más.
Si Sport Boys ayer confirmó que desde el próximo año jugará en Segunda División, no es un despropósito afirmar que Alianza transita el mismo camino a ese subnivel que tiene aspecto de tumba futbolística. Si en algo se asemejan las historias, al margen de la opuesta disponibilidad económica, es que por la incapacidad de directivos sin políticas definidas y con intereses subalternos, el fracaso puede sobrepasar sus propios límites y convertirse en tragedia.
A Boys le sucedió, ¿por qué no a Alianza? El diagnóstico en La Victoria es cada vez más alarmante. El “Doctor” ya ni tiene recetario. El fixture es concluyente. Se trata de vencer a José Gálvez en un estadio donde nadie se siente visitante (todos, con excepción del equipo chimbotano, al menos robaron un punto de Matute). Se trata de ir al “Elías Aguirre” con la angustia de aplacar a ese “Ciclón” de nuevos aires que es Juan Aurich.
Y si todo eso se consigue, se deberá hacer frente a la “U” que si no campeona, dará la vuelta sólo por ver en Segunda al compadre de toda la vida. Luego Cienciano con sus invencibles 3 mil y pico de metros cusqueños. De regreso, Cristal y sus ansias (algo devaluadas ya) por ser campeón. Y para cerrar con telón de terciopelo, una última visita a la incontrastrable Huancayo para evitar ser enterrados por Atlético Minero.
Si nada cambia, entonces a Alianza sólo le quedan pocas fechas para pasar a peor vida.
Alianza cayó 1-0 ante San Martín. El equipo quedó hecho trizas y va rumbo al descenso si sigue como hasta ahora
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